segunda-feira, 11 de outubro de 2010

518 años de invasión.

Extracto del libro MEMORIA DEL FUEGO de EDUARDO GALEANO.

Los peligros:

El que hizo al sol y a la luna avisó a los taínos que se cuidaran de los muertos.

Durante el día los muertos se escondían y comían guayaba, pero por las noches salían a pasear y desafiaban a los vivos. Los muertos ofrecían combates y las muertas, amores. En la pelea, se esfumaban cuando querían; y en lo mejor del amor quedaba el amante sin nada entre los brazos. Antes de aceptar la lucha contra un hombre o de echarse junto a una mujer, era preciso rozarle el vientre con la mano, porque los muertos no tienen ombligo.

El dueño del cielo también avisó a los taínos que mucho más se cuidaran de la
gente vestida.

El jefe Cáicihu ayunó una semana y fue digno de su voz:
Breve será el goce
de la vida, anunció el invisible, el que tiene madre pero no tiene principio: Los hombres vestidos llegarán, dominarán y matarán.

La telaraña:

Bebeagua, sacerdote de los sioux, soñó que seres jamás vistos tejían una inmensa telaraña alrededor de su pueblo. Despertó sabiendo que así sería, y dijo a los suyos:

Cuando esa extraña raza termine su telaraña, nos encerrarán en casas
grises y cuadradas, sobre tierra estéril, y en esas casas moriremos de hambre.

El profeta:

Echado en la estera, boca arriba, el sacerdote-jaguar de Yucatán escuchó el mensaje de los dioses. Ellos le hablaron a través del tejado, montados a horcajadas sobre su casa, en un idioma que nadie más entendía.

Chilam Balam, el que era boca de los dioses, recordó lo que todavía no había ocurrido:

Dispersados serán por el mundo las mujeres que cantan y los hombres que cantan y todos los que cantan... Nadie se librará, nadie se salvará... Mucha miseria habrá en los años del imperio de la codicia. Los hombres, esclavos han de hacerse. Triste estará el rostro del sol... Se despoblará el mundo, se hará pequeño y humillado. .





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